La República Checa se considera tradicionalmente una democracia parlamentaria estable con elecciones libres y competitivas. Sin embargo, hay una parte del proceso electoral que sigue sin estar suficientemente sometida al escrutinio público y abre la puerta al abuso o al cuestionamiento de los resultados, y es el tratamiento digital de los datos electorales, incluida la dependencia de empresas informáticas privadas y la falta de una supervisión transparente.
¿Quién procesa los resultados electorales?
La Oficina Estadística Checa (OEC) se encarga de recoger y procesar los resultados electorales oficiales en la República Checa. Procesa los resultados desde las comisiones electorales de cada distrito electoral hasta la publicación final. El sistema funciona mediante el recuento manual de los votos por parte de la comisión y la introducción del resultado en un programa informático que transmite los datos a un sistema central. Sin embargo, el sistema se gestiona en gran medida a través de contratistas informáticos externos no públicos: los nombres concretos no son de dominio público, los contratos no están disponibles de forma estándar y no existe ningún mecanismo público para comprobar el código del software, ya que el proceso de cálculo no es de código abierto para ser transparente.
Vulnerabilidad oculta del sistema
1. Dependencia de empresas privadas. En algunas fases, el procesamiento de las elecciones se subcontrata a empresas privadas que proporcionan desarrollo de aplicaciones, infraestructura y gestión de servidores. Aunque esta práctica puede ser técnicamente lógica, crea un posible conflicto de intereses si alguno de los proveedores entra en contacto con actores políticos, grupos de presión o actores que supongan un riesgo para la seguridad.
2. Falta de control público. A diferencia de algunos países occidentales (por ejemplo, Estonia o Suiza), donde el software electoral es de código abierto y está sujeto a auditorías de terceros, en la República Checa el público no tiene acceso ni siquiera a conjuntos de datos anonimizados en tiempo real, y mucho menos a verificaciones de los antecedentes de las soluciones informáticas.
3. Amenazas desde el exterior. La Oficina Nacional de Ciberseguridad y Seguridad de la Información (NCIS) ha advertido repetidamente del aumento de la actividad de grupos de piratas informáticos antes de las elecciones. Aunque todavía no han tenido éxito oficial, los intentos desde el exterior de vulnerar los sistemas informáticos de la OSC o del Ministerio del Interior no son una excepción: se están produciendo ataques DDoS, campañas de phishing y escaneado de vulnerabilidades.
¿Cuáles son los escenarios?
Aunque las papeletas físicas y el recuento manual a nivel de distrito electoral ofrecen una salvaguarda básica contra la manipulación, la mayor parte del público ya no comprueba la "fase de transmisión", en la que pueden producirse problemas como: sobrescritura de datos durante la introducción, luego alteración de datos durante la transmisión a la base de datos central, retrasos en la publicación de determinados distritos electorales y, por último, susceptibilidad de "recuento erróneo" o confusión entre partidos. En unas elecciones reñidas, incluso unos pocos cientos de votos manipulados podrían anular el resultado de todo un condado, y nadie podría verificarlo de forma independiente.
¿Por qué se habla tan poco de ello?
El tema de la seguridad digital de las elecciones no resulta muy atractivo para los medios de comunicación dominantes, y a menudo carece de voluntad política por parte de los partidos parlamentarios porque el sistema "funciona" y cuestionar su solidez puede considerarse una falta de respeto a las instituciones. Además: algunos medios de comunicación tienen vínculos personales o comerciales con proveedores de soluciones informáticas, los conocimientos técnicos periodísticos a nivel de investigación suelen ser escasos y falta presión por parte de la opinión pública, que se conforma con aceptar que las elecciones "han ido como se esperaba"
¿Es manipulable el sistema electoral?
No hay pruebas directas de manipulación selectiva de las elecciones checas, pero sí una serie de fallos estructurales que podrían facilitarla si hubiera voluntad para ello. En otras palabras, los puntos débiles existen y quienes los conocen pueden aprovecharse de ellos. ¿Y qué puede hacer el público al respecto? Puede presionar en favor de la transparencia, exigir enérgicamente que el software electoral sea de código abierto y auditable y, por último, pero no por ello menos importante, apoyar a las organizaciones que supervisan la contratación pública y las licitaciones informáticas (por ejemplo, Watchdog State, Reconstruction of the State). Sí, el control electoral desde abajo es el eslabón más importante de este proceso. Podemos implicarnos en las comisiones electorales, documentar el proceso de recuento, hacer copias de los protocolos.
Control de los datos de los ciudadanos
Apoyar la publicación en tiempo real de datos anonimizados, por ejemplo a través de API. En otros países, esto permite realizar nuevos cálculos y modelizaciones independientes. Apoyo a los medios de comunicación independientes. Comparta la investigación de calidad, destaque los posibles conflictos de intereses y apoye a los medios que informan sobre el tema sin censura. En el sistema electoral checo, el problema no son las papeletas, sino los códigos invisibles, los guiones, los contratos y los algoritmos. Y una vez que perdemos la confianza en lo que ocurre "después de introducir el voto en el sistema", la democracia se convierte en una ilusión. Nunca es demasiado tarde para hacer algo al respecto. Pero el tiempo corre a favor de la reforma electoral digital.
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