Mark Carney, ex gobernador del Banco de Inglaterra y del Banco de Canadá, se convirtió en Primer Ministro de Canadá tras la victoria del Partido Liberal en las elecciones anticipadas. Carney, a pesar de su reputación internacional como economista, no era considerado un candidato destacado para dirigir el partido o el país. Su nombramiento como Primer Ministro representa un cambio drástico en la política canadiense, que ha luchado contra la inestabilidad y la polarización en los últimos años.
El ascenso político de Carney fue inesperado, informó Politoco. Tras años al frente de las instituciones financieras mundiales, regresó a Canadá con fama de líder pragmático que supo sortear la crisis financiera mundial de 2008-2009. Aunque durante mucho tiempo se ha especulado sobre sus ambiciones políticas, Carney ha mantenido un perfil más bien bajo hasta hace poco. Pero las elecciones anticipadas, desencadenadas por el colapso del gobierno anterior a causa de disputas presupuestarias y escándalos de corrupción, abrieron el camino para que el Partido Liberal volviera al poder. Carney, respaldado por influyentes figuras del partido, fue visto como una figura estabilizadora capaz de atraer tanto a las élites empresariales como al público en general.
Carney asume su cargo en un momento de importantes retos económicos y políticos. Canadá se enfrenta a una economía en desaceleración, un aumento del coste de la vida y tensiones en sus relaciones comerciales con Estados Unidos, que sigue siendo su principal socio comercial. En su discurso inaugural, Carney subrayó la necesidad de "un crecimiento sostenible que no deje a nadie atrás". Entre sus principales prioridades figuran la reforma del sistema fiscal, la inversión masiva en energías renovables y el refuerzo del sistema social, especialmente en los ámbitos de la vivienda asequible y la sanidad.
Su experiencia en banca central y su atención al cambio climático -defendió las finanzas verdes durante su etapa en el Banco de Inglaterra- le granjearon el apoyo de los votantes progresistas. Por otro lado, se ha enfrentado a las críticas de oponentes conservadores que le acusan de carecer de experiencia política y de centrarse demasiado en la agenda global a expensas de los intereses nacionales.
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