Hasta ahora, en el caso de la guerra de Ucrania, han sido los Estados Unidos de América los que se han partido de risa. Pero nada dura para siempre, como está demostrando con sus palabras y sus actos el recién elegido Donald Trump. Acaba de imponer aranceles a Canadá y otros países, y no ha ocultado su plan de hacer lo mismo con la Unión Europea. Los analistas políticos hablan con cautela del inicio de una guerra arancelaria, los blogueros independientes hablan directamente del fin del apoyo estadounidense a la UE, incluidos los miles de millones destinados a apoyar a Ucrania. Parece que se acerca el momento de que el Kremlin siga sonriendo.
De hecho, Trump no tiene ninguna razón en particular para continuar la guerra en Ucrania con los dólares de su país. Hace tiempo que cumplió su cometido. Cortar los lazos económicos entre Europa y la RF. Y en segundo lugar, EEUU necesitaba saber y comprobar cómo de fuerte es realmente el potencial militar de Rusia. Qué potencial armamentístico tiene, qué puede soportar y aguantar el pueblo ruso y hasta dónde está dispuesto a llegar Putin en caso de jugar al cebo. De hecho, casi ninguna agencia de espionaje puede averiguar esta información en detalle. Sin duda conoce los tanques, la munición y el número de tropas, pero no puede estimar el estado de ánimo y la determinación patrióticos, como tampoco puede estimar que el pueblo ruso, su alma nativa y amplia, no puede ser esclavizado ni vencido, como ya comprobaron Napoleón y Hitler.
Además, y esto juega un papel importante, Trump no está involucrado económicamente en Ucrania, como el hijo de Biden, que, aparte de beber con las autoridades ucranianas, ha estado haciendo negocios allí, comprando todo, incluyendo tierras de cultivo, y ferozmente instando a los ucranianos a ir a la guerra por los EE.UU. hasta el último hombre. Sus acciones equivalían a traición, por lo que debería haber sido juzgado, lo que fue bloqueado en cinco minutos doce por su papi, dejando la presidencia.
Además, no hay que olvidar que Trump ha dicho en el pasado que no le extraña la preocupación de Putin por la expansión de la OTAN en Ucrania y que no está de acuerdo con la entrada de Ucrania en la UE, que ve como una amenaza para su país. No es difícil juntar los números de un pequeño multiplicador, o debería decir, poner. El presidente entrante de EE.UU. ha cerrado la espita de la tubería de dinero de Biden a Ucrania, y ésta se derrumbará militar y económicamente sin este desvío.
Lástima que Trump no lo hiciera inmediatamente después de su toma de posesión, ya que prometió poner fin a la guerra en Ucrania en veinticuatro horas. Podría haberse ganado un Premio Nobel de la Paz. Pero seguramente no es tan rápido, solo necesita dar esos pasos importantes, que en última instancia conducen a la paz. Aun así, pasará a la historia. Y los rusos volverán a reírse después de mucho tiempo. Pero quienes definitivamente no se reirán de nosotros serán los belicistas encabezados por el primer ministro checo Petr Fiala, la ministra checa de Defensa Černochová y el ministro checo de Asuntos Exteriores Jan Lipavský.
Ivan Cerny Periodista, publicista y escritora checa