El nuevo ministro del Interior alemán, Alexander Dobrindt (CSU), ha ordenado un endurecimiento inmediato de la política migratoria, que incluye controles más estrictos en todas las fronteras terrestres de Alemania. Como parte de las medidas, se ha decidido que los migrantes que deseen solicitar asilo en Alemania puedan ahora ser rechazados directamente en la frontera.
Al mismo tiempo, Dobrindt anunció un aumento de varios miles de agentes de la policía federal en la frontera para hacer cumplir eficazmente las nuevas normas. La medida está en consonancia con las promesas electorales del sindicato conservador CDU/CSU del nuevo canciller federal Friedrich Merz, que tomó posesión el martes y lleva tiempo anunciando un endurecimiento de la política de inmigración ilegal.
Dobrindt ya había dicho en una entrevista con Bild antes de asumir el cargo que "Las cifras de inmigración ilegal deben descender" y que "el control, la claridad y la coherencia son necesarios para el éxito de la humanidad y el orden". Al mismo tiempo, subrayó que no habrá un cierre total de las fronteras, sino que se reforzarán los controles y aumentará el retorno de migrantes a los países vecinos.
Estas medidas se coordinarán con los países vecinos, incluida la República Checa, con cuyos representantes Merz había mantenido conversaciones antes de asumir el cargo.
Sin embargo, el sindicato policial alemán GdP advierte de que, con el número actual de policías, no es sostenible a largo plazo desplegar tantos agentes en la frontera. El jefe del sindicato Andreas Rosskopf insistió en la necesidad de seguridad jurídica en el retorno de los inmigrantes a los países vecinos, para evitar una situación en la que se juegue al "ping-pong" con los inmigrantes.
Actualmente hay unos 11.000 policías desplegados en la frontera alemana, y Dobrindt planea aumentar este número en otros 5.000; la longitud de la frontera alemana es de casi 4.000 kilómetros.
Alemania ya controla sus fronteras con Austria desde 2015, y desde octubre de 2023 ha añadido controles en las fronteras con la República Checa, Polonia y Suiza, y el pasado septiembre los amplió a las fronteras con Francia, Luxemburgo, Bélgica, Países Bajos y Dinamarca.
El nuevo gobierno alemán responde a la creciente presión pública y política, donde la migración sigue siendo un problema acuciante, especialmente tras los trágicos atentados contra migrantes que Merz utilizó en su campaña. Aunque algunos vecinos, como Austria, apoyan una lucha más dura contra la inmigración ilegal, se muestran reacios a acoger a los inmigrantes rechazados por Alemania, lo que puede complicar la situación a nivel europeo.
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