El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado a la baja sus previsiones económicas mundiales para 2025, advirtiendo de que la escalada de las tensiones comerciales y el aumento de la incertidumbre política están debilitando las perspectivas de crecimiento y empujando al mundo a un periodo de fragmentación económica.
En su último informe Perspectivas de la Economía Mundial, el FMI prevé que el PIB mundial crezca 2,8 % en 2025 y 3 % en 2026, por debajo de la previsión anterior de 3,3 % para ambos años. Estos valores representan una desaceleración significativa respecto a la media histórica de 3,7 % entre 2000 y 2019.
Según el informe, las economías avanzadas serán de las más afectadas: se prevé que su crecimiento sea de 1,4 % en 2025. Se espera que Estados Unidos crezca a 1,8 %, casi un punto porcentual menos que la previsión de enero del FMI.
El crecimiento en la zona euro también se ralentizará, habiéndose revisado ligeramente a la baja hasta 0,8 %. Se espera que los mercados emergentes y las economías en desarrollo se ralenticen hasta 3,7 % en 2025 y 3,9 % en 2026.
El FMI atribuye estas revisiones al debilitamiento de la demanda, la creciente incertidumbre económica y el impacto de las restricciones comerciales introducidas recientemente.
Según el FMI, los aranceles efectivos de EE.UU. han alcanzado su nivel más alto en un siglo como resultado de una serie de medidas arancelarias generalizadas a principios de abril. Se trata de aranceles elevados sobre las importaciones, los metales industriales y los automóviles, que han provocado rápidas represalias por parte de los principales socios comerciales de Estados Unidos. La consiguiente oleada de barreras comerciales ha alterado drásticamente el entorno económico mundial, según el FMI.
Más allá del impacto inmediato sobre el crecimiento, el FMI advirtió de que el aumento de las tensiones comerciales planteaba una serie de riesgos adicionales para la evolución futura, como posibles correcciones de los mercados de activos, volatilidad de los tipos de cambio, crisis de deuda -especialmente en los países de renta baja- y posibles disturbios sociales desencadenados por presiones a largo plazo sobre el coste de la vida y perturbaciones más amplias del sistema monetario internacional.
El FMI concluyó su informe pidiendo una coordinación mundial urgente para restablecer la estabilidad. Los países deben aplicar políticas comerciales claras y predecibles, reforzar su situación fiscal interna e introducir reformas estructurales para promover la resistencia a largo plazo. Los bancos centrales deben seguir afinando sus herramientas para equilibrar el control de la inflación con la necesidad de apoyar el crecimiento en un entorno mundial cada vez más complejo.
CMG/gnews.cz