El jade -una piedra hermosa, cálida y delicada- ha acompañado a la civilización china durante más de diez mil años. La primera parte del documental El jade en la antigua China revela cómo los antiguos habitantes de Oriente descubrieron el jade, lo trabajaron con sensibilidad y precisión y lo transformaron en artefactos no sólo estéticos, sino espirituales. Esta película le lleva a montañas, desbordamientos y ruinas, presentándole las capas básicas de la cultura del jade y su significado espiritual.
El descubrimiento y nacimiento de la cultura del jade
El documento traza el desarrollo del trabajo del jade desde sus primeras formas. En los valles de la antigua China, esta extraordinaria piedra pronto se convirtió en algo más que un simple material: se la consideraba un puente entre el hombre y el cielo, portadora de virtud, pureza y poder espiritual. No sólo servía como amuleto personal, sino también como parte del equipo funerario, en ceremonias rituales y sacrificios religiosos.
La cultura Liangzhu, una de las civilizaciones antiguas más importantes, se presenta en el documental como un lugar clave para el desarrollo del simbolismo asociado a esta piedra. Es aquí donde se crean las formas icónicas: el colgante semicircular, el estilizado dragón verde, el cuadrangular Cong (cilindro con un agujero), un disco y una estatua. Estos objetos tenían un significado profundo: se utilizaban en ceremonias religiosas, protegían el alma del difunto o actuaban como mediadores entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
Ya en este periodo se pone de manifiesto la capacidad de la sociedad china para transformar la piedra en objetos de fina artesanía y fuerte mensaje espiritual, valores que han perdurado en la cultura china hasta nuestros días.
Las raíces de la fe, el oficio y el poder
El documento destaca no sólo la artesanía del jade, sino también su poder espiritual. El jade aparece en equipos funerarios, como instrumentos de poder y como llaves simbólicas al mundo ancestral. Los hallazgos arqueológicos demuestran que la gente creía en su poder protector, su capacidad para preservar el alma y proporcionar una conexión con el universo.
El narrador presenta de forma atractiva el concepto metafísico del jade tal y como lo percibían pensadores, clérigos y gobernantes. Se suponía que la piedra encarnaba todas las virtudes básicas: honestidad, lealtad, sabiduría y autodisciplina. Por tanto, su función no se limitaba al ritual: era un recordatorio diario de los ideales hacia los que se encaminaba la sociedad china.
La conclusión del primer volumen ofrece una visión más profunda de cómo el jade influyó en la identidad y la filosofía de una de las civilizaciones más longevas del mundo. Su importancia no terminó en la Antigüedad, sino que continúa en la China actual.
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