PREDATORCODE - ¿Te enfrentas a una DECISIÓN? ¿No sabes qué opción es la correcta y tirar la corona no sería lo más acertado? Acepte la invitación de Jaroslav Homolka y hagamos más fácil el proceso de decisión. Empecemos por el pasado. Discutir hechos pasados sólo merece la pena si disponemos de hechos verificables. De lo contrario, sólo las emociones impresionables y las suposiciones hablarán por nosotros. Por el pasado dejamos de ver el futuro.
Cuando estoy a punto de tomar una decisión, un cambio que afecta a otros, hay varios puntos críticos. No puedo imponer mi motivo a los demás, aunque parezca el más obvio e interesado. Cada persona tiene sus propios motivos internos, sus propias ambiciones, su propio móvil interior. A mí me corresponde intentar conocer su motivación y basarme en ella.
Muchas de nuestras decisiones ponen en peligro a alguien y suscitan críticas. Incluso podemos desbaratar nuestra red de relaciones. Responde a la pregunta: "¿Estoy dispuesto a pagar por el daño que causará mi decisión?".
Si quiero motivar a alguien, tengo que despertar su interés.
¿Cómo puedo conocer el interés profundo de los demás? Si nos tomamos la molestia de escuchar de verdad, lo sabremos muy pronto. A todo el mundo le gusta hablar de lo que realmente le gusta, adónde le lleva su atención, a qué dedica más tiempo, qué le empuja...
Y si quieres aprender aún más, pon a una persona en una situación de crisis. Aunque no queramos admitirlo, los humanos seguimos comportándonos más bien como animales. 10 % de nuestro comportamiento está bajo nuestro control consciente, el resto funciona con el "piloto automático", que creamos a partir de nuestros hábitos y rutinas. En una crisis, no tenemos tiempo para pensar. Actuamos según nuestros hábitos y rutinas, que nos exponen con seguridad.
La reserva nos cubre las espaldas.
Toda decisión conlleva un resultado. Puede que no siempre sea el esperado y deseado. Necesitamos tener reservas, prever lo que podría pasar si... Tener preparados recursos de reserva. Las reservas son importantes para que nos sintamos seguros, para que nuestras decisiones no estén sesgadas, impulsadas más por el miedo a las posibles consecuencias.
Por nuestro propio bien, debemos simplificar al máximo el proceso de toma de decisiones.
A menudo nos quedamos quietos y posponemos las decisiones hasta que la situación se resuelve por sí sola, quizá en nuestro propio perjuicio. ¿Por qué?
No hemos aclarado los criterios exactos de lo que queremos conseguir. Ayuda plantearse las preguntas básicas: por qué, qué, dónde, con quién, cómo, cuándo, con qué resultado.
Si aún así no se puede tomar una decisión, el hecho de saber que no tenemos claro cómo superar exactamente los posibles obstáculos puede dificultar la decisión. Podemos calmar nuestra conciencia si escribimos los obstáculos en un papel y marcamos el peor. Mediante este proceso, la vaga preocupación se vuelve más concreta y somos más capaces de encontrar una solución.
Incluso una no-decisión es una decisión.
No es posible no decidir, sólo no actuar no traerá los resultados deseados. Tenemos una opción: seguir nuestras emociones o establecer un sistema de START/STOP con parámetros claros.
Sabemos que algo debe suceder, pero si nuestras emociones saben que hay un obstáculo en el camino, la razón nos ordena: "¡Bájalo!". Por eso es beneficioso crearnos un "Marco de Seguridad", para protegernos de la incertidumbre. Activamos nuestra mente consciente y nos preparamos para posibles amenazas. Analizamos los obstáculos. Respondemos a las preguntas: ¿qué ocurre si mi decisión fracasa? ¿Cuál será la solución, la salida? Determinamos cómo superar los obstáculos.
Después de este proceso, sabremos lo que nos espera y dejaremos de tener miedo. Podremos anticipar y predecir en paz.
Parar, mirar alrededor, decidir, actuar
Si es posible, probaremos primero nuestra decisión en tareas más pequeñas. Se necesitan 100 días para poner a prueba una decisión, tiempo durante el cual los nuevos hábitos se establecen de forma fiable.
Las grandes decisiones tienen una duración de más de tres meses.
Las decisiones más importantes y difíciles implican relaciones personales o afectan a otras personas.
Aquí viene el décimo hombre
Desde luego, queremos que nuestra decisión sea de calidad y beneficiosa para todos los implicados. ¿Cómo sé si mi decisión es viable? Puede ayudarnos pedir consulta a alguien que tenga una experiencia similar, un interés parecido.
Por último, aplicar una técnica llamada el décimo hombre. Un tipo con una capa negra vendrá y señalará todos los posibles puntos calientes para que nuestro plan no falle.
(No tiene por qué llevar capa negra :))
Este artículo ha sido publicado con la amable autorización de de la revista Sphere
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